El trabajo coordinado de los sectores público y privado es esencial para estimular la inversión.
Aunque pareciera repetitivo es importante insistir en la relevancia de la inversión como principal motor de un crecimiento elevado y sostenido de la economía, sobre todo en una coyuntura tan compleja como la que vive actualmente el país.
Las cifras indican que históricamente los niveles de inversión total (pública y privada) han sido insuficientes, limitando el aumento del empleo formal, de la productividad de la mano de obra y del crecimiento económico. Salvo en 1981 la inversión total, privada más pública, superó el 25% del PIB, porcentaje que se estima puede ser el mínimo para apuntalar un ritmo de crecimiento sostenido de alrededor de 4%.
Recientemente el INEGI dio a conocer el indicador de inversión fija bruta correspondiente a agosto, que muestra la agudización de su tendencia a la baja que inició a principios del 2024. La caída respecto al mismo mes del año pasado fue de 8.9%, su mayor descenso desde enero del 2021.
Una mayor inversión eleva el crecimiento del producto a través del aumento que significa de la demanda agregada. La inversión productiva genera una expansión de la capacidad para una mayor producción y mejora la productividad. Específicamente, la inversión en infraestructura pública debería fortalecer el crecimiento de la economía, ya que ello debería implicar mayor disponibilidad de carreteras, puertos y ferrocarriles de calidad, un sector energético eficiente, así como mejores obras en materia de servicios de agua, entre otras obras.
Evidentemente todo eso contribuye a que las empresas trabajen con mayor eficiencia y sean más productivas, ya que una infraestructura adecuada significa menores costos de producción, comercialización y logística, beneficiando así la competitividad del aparato productivo y a la larga, a los hogares mediante más y mejores empleos.
La función del gobierno es crear las condiciones para que las empresas se desarrollen eficientemente y para ello es fundamental que destine recursos a inversión en infraestructura. Además, es importante que de oportunidad al sector privado de participar en obras de infraestructura o de sectores bajo la rectoría del estado.
Las bondades de la inversión pública son relevantes, toda vez que, en el corto, mediano y largo plazos pueden beneficiar significativamente a la población, ya que su rentabilidad social puede ser enorme, así como su capacidad de complementar y detonar la inversión privada, que es el principal motor del crecimiento, la principal fuente de generación de empleos de calidad y bienestar para los hogares.
A pesar de la importancia de la inversión pública en infraestructura, el Gobierno Federal ha decidido canalizar menores recursos a ese fin y más bien orientarlos a programas sociales mediante transferencias directas.
El reporte de las finanzas públicas indica que en el periodo enero-septiembre la inversión física del sector público reportó una caída anual de 32.5%, con lo que acumula siete caídas consecutivas en lo que va del año.
En este contexto, la cautela en las decisiones privadas de inversión es comprensible. Es natural que el rezago en el gasto público en infraestructura, además de la incertidumbre generada por diversos factores internos y externos motiven una mayor cautela de la inversión. Las cifras de Cuentas Nacionales muestran ya tres trimestres consecutivos con variaciones anuales negativas en la inversión privada y su menor participación dentro del PIB en los últimos nueve trimestres.
En esta situación, incluso un crecimiento económico de 1.0% para este año, como se estima en los Criterios Generales 2026 es una meta difícil de alcanzar. De mantenerse este comportamiento de la inversión, tanto pública como privada, el pronóstico de crecimiento de 2.3% para 2026 igualmente se complica.
La encuesta más reciente de expectativas del Banco de México muestra que el 93% de respuestas de los especialistas en economía del sector privado considera que la economía está peor que hace un año y sólo el 3% de los especialistas considera que es un buen momento para invertir.
Un punto delicado pero que debe subrayarse es la preocupación por el nivel que se percibe de inseguridad y violencia sin consecuencia ni sanciones. Ello no ayuda a mejorar el ambiente de incertidumbre y puede elevar la cautela de la inversión nacional y extranjera.
Es fundamental el trabajo conjunto del sector público y el sector privado para establecer mecanismos que permitan facilitar la inversión privada en infraestructura que es de especial relevancia. Existen proyectos de infraestructura pública y privada que pueden ser financiados y operados por el sector privado, liberando de presiones al erario público.
El trabajo coordinado de los sectores público y privado, bajo un esquema de cooperación, reglas claras, legalidad y certidumbre jurídica, seguramente ayudaría a cumplir los objetivos de crecimiento y bienestar.
Para detonar el crecimiento y aliviar la pobreza, es indispensable estimular la inversión privada mediante un ambiente de negocios apropiado, incluyendo mayor coordinación y transparencia en las políticas públicas. Asimismo, es preciso facilitar la inversión privada en infraestructura mediante la eliminación de obstáculos y trabas regulatorias dándole oportunidad a proyectos con gran potencial. Ello sería una excelente señal para impulsar la confianza de los inversionistas.
México
La actividad industrial continúa a la baja. En septiembre reportó una disminución mensual de 0.4%, acumulando cuatro meses consecutivos a la baja. Este comportamiento propició que en su comparación anual mostrara una caída de 3.3%, con lo que acumuló siete meses ininterrumpidos con variaciones negativas. El mayor debilitamiento se observó en la construcción que registró una caída mensual de 2.5%, de tal manera que respecto al mismo mes del año pasado disminuyó 7.2%. Por su parte, la minería aumentó 0.7% en el mes, aunque respecto al mismo mes del año pasado reportó una caída 3.2%, manteniendo variaciones negativas desde julio del 2023. En el caso de la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, suministro de agua y de gas natural por ductos al consumidor final se observó un aumento mensual de 0.4%. Sin embargo, en su comparación anual se mantiene en terreno negativo por quinto mes consecutivo al disminuir 0.2%. La actividad manufacturera reportó un avance mensual de 0.2%, en tanto que comparado con el mismo mes del año pasado se contrajo 2.3%, con lo que acumula cuatro meses seguidos a la baja.

De acuerdo con la estimación oportuna del INEGI, el indicador de consumo privado reportó avances mensuales de 0.1% tanto en septiembre como en octubre lo que, si bien refleja una modesta mejora, su ritmo de avance mensual aún es menor a aumentos previos. Tan solo en agosto aumentó 0.6%. Lo relevante de este comportamiento es que, en su comparación anual se observan aumentos importantes. Para septiembre el indicador oportuno de consumo privado tuvo un incremento de 1.3% y para octubre uno de 2.2%, lo que marca un importante cambio de tendencia. Sin embargo, esta evolución podría estar más relacionada a un efecto estadístico dada su base de comparación. La expectativa es que, para los próximos meses, aunque se presenten aumentos mensuales modestos, su comparación anual podría seguir siendo mayor dado este efecto estadístico.

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